Tras revitalizar la saga Halloween con el remake de su primera parte, Rob Zombie se tiró a la piscina con una nueva entrega que continuaba el remake, pero nada tenía que ver con la historia ya contada. El remake fue salvaje, violento, de puro terror. Y esta segunda parte sigue la misma pauta. Lejos quedó ya el asesino en serie lentorro que siempre llega antes que sus víctimas, y que con un simple cuchillazo acaba con todo. Pues no. Aquí el asesino se comporta como un maníaco, ensañándose con sus víctimas, y el bueno de Rob muestra esa cruda violencia sin tapujos y con planos bien rodados. Sin embargo, el argumento de esta segunda parte es bastante endeble y hace que la película acabe perdiendo fuerza.
Calificación: Semi-aceptable
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