M. Night Shyamalan ha ido de más a menos, aunque siempre manteniendo un nivel de entretenimiento aceptable. Su cine siempre se fundamentó en tramas de suspense-terror con un final inesperado, por lo que en un principio te sorprende, pero a medida que vas conociéndole, el giro final se convierte en un pilar fijo que no provoca la sorpresa de sus primeras películas.
En esta ocasión no dirige, sólo escribe. Y lo hace con una historia que discurre fundamentalmente en el interior de un ascensor. El hecho de que la trama gire en un entorno tan cerrado, es siempre un reto para mantener al espectador atento. Sin embargo, lo consigue y nos brinda un entretenimiento razonable (a pesar de lo estúpido de los personajes al principio). También es cierto que la duración es la propia de una película de estas caracterísitcas, 80 minutos pelados puesto que el argumento tampoco da para más.
Calificación: Visible
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