300 marcó una diferencia. Era algo distinto, con un aspecto visual rompedor y una narración tan sólida como sólo Frank Miler sabe hacer, dejando para el recuedo momentos tan brutales como el "This is Sparta" y coz que te crió al emisario de turno.
En esta secuela vemos más de lo mismo, lo cual nos mola, y quizás más brutalidad que en su antecesora. Vuelven los planos impactantes, la cámara lenta y los ríos de sangre.
Calificación: Esto sigue siendo Esparta
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