Cuando Rambo volvió en forma de chapa aplaudimos con las orejas porque lo hizo a lo grande y a lo bestia. Así que una entrega más sólo podía ir más arriba o bajarnos de la nube. El resultado ha sido de éxtasis. La trama es totalmente estándar y sin "guerra" de por medio mientras se va cocinando lo que hemos venido a ver, aunque no por ello menos disfrutable, y es que a medio camino nos dan un caramelito cuando decide mancharse las manos (escena del huesito) y prepararlo todo para el gran final. Digamos que te fumas el 80% de una peli normalucha y gozas de manera extrema ese 20% que compensa sobremanera el resto. Y es que las expectativas que puedas tener rompen el medidor. Salvaje y sangrienta como pocas, tanto antiguas como actuales. Un desmadre de acción hiperviolenta sin parangón y sin freno, que culmina en una de las escenas más hermosamente bestias que recuerde, con un Rambo babeando cual animal salvaje lleno de rabia vengativa, para luego poner un broche emotivo que calme toda la adrenalina supurada.
Calificación: La mejor despedida posible
Las piramedes me tuvieron entretenido.
ResponderEliminarMe suelen entretener.
Mucho ha pasado y mucho se ha escrito sin duda. Last Blood. Menos mal. Pero cómo aquella primera y húmeda ninguna. Jerry Goldsmith casi tan importante como esas montañas inestricables de la mente.
En mi humilde parecer me quedo con el Coronel Trautman, padre amantisimo, venido de las llamas del Yang-Tsé a lomos de una inefable gaviota llamada Jonathan; y sin duda, con el cabrón más cabrón de los cabrones. Ese que no lo parece, pero que en el fondo lo es. Pateador de quarterbacks y conductor de descapotable. Grabada a fuego tengo su cabeza ladeada, media sonrisa y mirada entrecortada, enorme dónde los haya, Brian de padre Dennehy. Leatherneck del celuloide. Te miraba y sabías que te caian como panes aunque el no las diera.
Aquella locura de festival en la que se convirtió la otrora Indochina venía en la mochila del sosias de Sloth Fratelli. No le quedó así la cara pero casi.
"Acurralado" resuena en mi memoria, en el tierno recoveco del estertor más placentero.
Tendré que ver ésta que mucho me la has recomendado.
Grande, grande, grande, como una sorpresa punji en la humedad de una noche de monzón.